«De vuelta a la vida SLOW. Las nuevas oportunidades de consumo»

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Resulta casi imposible hablar de tendencias de futuro sin aludir a los efectos de la pandemia. Analizar el futuro del sector pasa por entender cómo el virus ha cambiado la forma de vivir y pensar de los consumidores. La sociedad de hoy se rige por nuevos valores y prioridades que conviene conocer para superar los próximos desafíos. Hoy, nuestra sección de TENDENCIAS abordamos el mapa de oportunidades que nos brinda el regreso de la filosofía Slow.

Los ritmos cambian. Llega la desaceleración

El movimiento Slow Life no es algo novedoso. Al inicio de los 80, esta filosofía basada en el existencialismo, el autoconocimiento y la introspección se instaló con fuerza en la mente y el alma de una sociedad estresada. Por aquellos tiempos los motivos eran otros. En plena vorágine de crecimiento económico, se imponía un estilo de vida intenso y acelerado. Muchas voces influyentes procedentes de los medios de comunicación y la publicidad entonaron el discurso de la serenidad contemplativa y el disfrute de las pequeñas cosas cotidianas.

“De acuerdo con Alma Natura, empresa dedicada a desarrollar proyectos rurales, en España se han incrementado en más de un 50% las solicitudes de planes vitales en el campo, como alternativa a la ciudad”

Si por entonces, la vida laboral nos imponía su ritmo frenético, ahora, la crisis del Covid-19, nos obligaba a parar y reflexionar acerca de nuestra vida, nuestra felicidad y bienestar, en un contexto de incertidumbre sin precedentes. Una gran mayoría de personas recuperó el placer de disfrutar del presente de manera más consciente y sosegada. Hoy, estamos ante una nueva era. La era de sentirse bien consigo mismo, en nuestro hogar, con las personas que nos rodean y en sintonía con el planeta. La filosofía Slow significa una profunda readaptación de nuestra manera de pensar y, por supuesto, consumir.

El hogar como extensión vital y profesional

El confinamiento nos obligó a mirarnos por dentro y por fuera. Descubrimos cualidades ocultas y debilidades. Miramos nuestro entorno, nuestras relaciones y nuestros hogares. No es casual que, tras meses de encierro, las reformas y construcciones se dispararan de manera exponencial. El consumidor priorizó en bienestar favoreciendo hogares más amplios, más luminosos, más inteligentes, más sostenibles, más próximos a la naturaleza y más versátiles, donde poder vivir, trabajar y desarrollar sus aficiones.

“Según Bain & Company, el 80% de los trabajadores encuestados afirman que le gusta el teletrabajo y el 93% quiere mantenerlo pese a la recuperación de la normalidad”

La industria de la moda cedió paso al sector de la vivienda y decoración. Mobiliario de descanso, piscinas, jardines, salas polivalentes, conexiones tecnológicas y accesorios de deporte y relax. Ante el temor que significó perder la libertad e incluso la vida, los españoles se preguntaron por su bienestar físico y mental, y se ocuparon de mejorarla.

Reconectando, recuperando, ralentizando…

Jamás el mundo se detuvo de manera tan abrupta. Un suceso que permitió admirar un cielo inmaculado, un mar saneado, la naturaleza recuperando su espacio sin la amenaza humana. La sociedad al completo tomó conciencia del mensaje del planeta. Se estrecharon los lazos con nuestro origen, con nuestra tradición local y con nuestra esencia más natural. Las personas valoraron el poder respirar, el poder recuperar el contacto con sus raíces. Los convencionalismos impuestos por sociedad perdieron el interés de una sociedad preocupada más por sobrevivir que por aparentar.

“No solo los océanos están llenos de plásticos, también nuestra tierra está llena de desechos electrónicos. Con el crecimiento y el incremento de los niveles de consumo mundial, el modelo lineal de usar y tirar nos conduce irremediablemente a una crisis de recursos”

Las grandes crisis siempre originan grandes cambios. En 2021 entraron en vigor nuevas normativas que obligaron a los fabricantes a crear productos más duraderos y sostenibles. La reutilización, la reparación, el reciclaje y la reducción de consumos y emisión de residuos constituyen las grandes herramientas de la sociedad para preservar los recursos y paliar las consecuencias medioambientales. El existencialismo ha ganado la batalla al consumismo. Estamos ante un cambio de ciclo, con nuevas oportunidades para productos y servicios amigables y respetuosos con una manera de vivir y consumir más responsable y serena. Los expertos apuntan que los años futuros serán de continua lucha por el equilibrio. En ese equilibrio se moverán las empresas humanas y comprometidas.

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